miércoles, julio 29, 2020

Sobre la belleza





A muchas de nosotras, en algún momento de la infancia o pubertad, una especie de mano incorpórea -empuñada por toda la familia y la sociedad- nos coloca un viejo, pesado e invisible espejo sobre las manos pequeñas, que nos atrae incesantemente a lo largo de la vida, nos convence de lo carente que somos de belleza real, y multiplica los defectos internos y externos. Este objeto nunca se cansa de vociferar lo mucho que nos falta alcanzar para ser perfectas. Así de perverso es ese instrumento. Y no sólo eso, un día la voz susurrante de dicho reflejo se sustituye por la nuestra, y así todos los insultos diarios hacia nosotras y algunas otras, salen de nuestra propia boca.

¿Les suena? Ese maldito espejo no es más que el mito de la belleza, que se engrandece más y más con las modas y los estereotipos fijados por cada sociedad y época. ¿Recuerdan cuándo fue la primera vez que juzgaron como “fea” alguna parte de su propio cuerpo?

¿Recuerdan cuándo fue la primera vez que sintieron vergüenza por algo de su aspecto, o si alguna vez desearon ser otra persona? ¿Recuerdan la primera vez que se encontraron un “defecto” físico?