Mi hermana me cuenta historias fantásticas. No sé si se deba al parche que le puse ayer por la mañana, aunque el resto del día “actuó de manera normal” … Pero qué estoy diciendo, cuál es la normalidad de alguien que lleva tres meses en cama, que recibió dos quimios, que se le inyectó mucha morfina y además fue medicamente desahuciada, pero sigue viva y en casa; eso sí, viva pero con veinte kilos menos, las venas casi deshechas, con el cuerpo y la vida destrozada por el cáncer.
Pasó mala noche, y nosotras con ella, aun así, me susurra
cuentos. Dice que está llena de sensaciones raras, que a veces ya no es
ella. Me cuenta de cómo esta casa realmente no es este espacio, me dice que la
casa no existe, que esto no es la tierra y que bastaría con que yo saliera y
mirara “la casa” desde afuera para darme cuenta que esto no es lo que
creemos. Lo único que sé es que a veces la invaden pesadillas más reales de lo que
quisiéramos.
Hace rato me llamó. Estaba barriendo la habitación y escuché su voz
tenue.
— ¿qué pasó? — le pregunté.
— No, ven y siéntate aquí—, me dijo señalando su lado derecho, un
espacio pequeño del colchón donde duerme. — Te voy a contar algo
importante.
— qué pasó, hermana.
— Mira, el hermano de no sé quién, me vendió una pastillita, es
algo chiquitito —hacía la figura con sus dedos flacos, como indicando una pizca
de algo. —Parece como un insecto, un animalito. Incluso luego lo echan a volar.
Según esa pastilla es para dormir, para poder descansar. Antenoche sí dormí,
pero anoche sentí que no dormí nada, y es que esa pastilla te entra y sientes
cómo casi todo tu cuerpo comienza a flotar, menos la cabeza.
Esa pastillita es como para no sentir dolor, pero más bien es para no sentir
nada. Te la tomas o la sostienes entre los dedos hasta que forma parte de tu
cuerpo, luego la cama comienza a moverse de un lado a otro, empieza como a
sacudirse de ti, y empiezas a flotar.
Cuando ustedes me hablan, pues es como si yo no estuviera aquí. Las escucho
lejos, muy lejos.
Es una pastilla que parece como un animalito que vuela, y a veces te ayuda a
conocer secretos. Por eso hace rato te dije que algo estaba volando sobre mi
cabeza, el bicho estaba aquí deseando entrar en mí y revelarme el misterio del
universo, o de la muerte. Ya no sé si es el mismo. O quizá sólo quería que dejara
de estar aquí.
Según es para dormir, pero resulta que no he podido hacerlo. O sea, es para que
cualquier dolor se vaya, para que dejes de sentir. La tienes que activar cada
noche, luego la debes desactivar. Pero a mí se me olvidó desactivarla, por eso
es que ahorita todavía siento las vibraciones como de aquel otro lugar que no
es este, ¿ves? Es como si todavía mi colchón siguiera vibrando como un
microondas. Estoy, pero no estoy aquí.
No sé cómo desactivarla. Me da risa y también miedo. Es por eso es que siempre
te pido que me muevas las piernas, que me las masajees, porque de esa manera yo
puedo saber que mi cuerpo está aquí. Que estoy sobre la cama, que estoy
contigo, con ustedes. De otra forma sigo flotando.
Cuando la tomas, no es que duermas o descanses, no. Esa pastilla hace que tu
cuerpo comience a volar, te lleva a un limbo entre esta y otra realidad.
Finalmente, no sientes nada, tu cuerpo no está. Pero no dejas de pensar, no
dejas de saber. En realidad, dejas de ser poco a poco ¿Comprendes?” —.
— Hermana, Nosotras estamos aquí, no te vamos a dejar sola. Quizá
eso que sientes sucede en otra realidad, tu cuerpo sigue aquí. Y si tú nos
hablas, nosotras podemos darte masaje y traer tu conciencia a esta realidad
¿sí?
— Sí, está bien. Pero lo mejor sería que supieras cómo desactivarlo.
Que pudieses ayudarme a quedarme aquí, con ustedes— repite entre dormida y
despierta. Se me llenan los ojos de lágrimas, me quedo paralizada a su
lado, la miro fijamente y no comprendo nada de lo que nos está pasando.
Los Mochis, Sinaloa, septiembre de 2016.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¡Gracias por visitar este espacio!