viernes, agosto 27, 2021

Humana



Todas somos esa ninfa mitad fauno, bailando en el centro de un bosque bajo la mira del cazador disimulado. También el ojo clavado en el lente, por decirlo de algún modo; las ansias que aspiran detener el latido de nuestra existencia, que al mismo tiempo sólo buscan un poco de trascendencia a través de la conquista, el tiro perfecto, la posesión violenta. Somos lo “Otro”, y la unidad misma.

Persigo lo auténtico de la existencia, cuerpeando, me descubro humana a través de la danza. Bailo frente a ustedes, los hombres blancos que me observan detrás de un cristal, como si me pudiesen comprar. Me dan asco y se los demuestro con ritmo quebrado, con la mirada perdida en sus fardos.

Soy la creatura cabrioleando. Poseo los más ardientes deseos, los míos y los vuestros. Tengo ideas que aterrorizan. En cada brillo de mis piernas se contienen los apetitos de la historia. A veces quiero matarlos.

Soy la mujer que se contonea e hipnotiza al mundo con las manos.  Miren cómo avanzo. Estoy atrapada en este cuerpo que se sabe humano, pero avanzo. Soy la que no encuentra palabras para hablar desde el propio desencanto. 

Soy como una pantera. Poderosa. Miren cómo acuño furor con el cuerpo. Tengo muslos descomunales, oscuros y largos. Puedo sentir el dolor de todas las mujeres. Conecto sólo con el desagrado, con el desgarro, con la oscuridad de los que están a mi lado.

Humana. Soy un cuerpo. Mi materialidad tiene memoria del sufrimiento, el gozo y el desencanto. Reacciono. Me destrozo y luego me levanto en fracciones de llanto. Encuentro la unidad cuando bailo.

Soy una forma encendida, encarno el bien y el mal de toda la vida. Soy la culpa, la rabia, la humanidad echa cenizas. La venganza.

Miren cómo danzo para ustedes. Como me retuerzo. Soy la humana que cree que está a punto de enloquecer. La desquiciada. La que llora por nada. La que tiene miedo de nunca ser encontrada. Soy la terrible mujer espada.

Les parezco monstruosa. Les sorprendo. Mi floreo les conmueve terriblemente. Mi torso se arquea con la consciencia. Les encanto. Desean fervientemente que nunca termine este espectáculo.

Soy grande. Soy humana. Soy bestia renegada. Observen mis apetitos más escondidos. Sostenida en estas dos columnas negras, me tambaleo como marea, como si mi cuerpo se ondulara en el miedo. Me reincorporo. Sigo bailando.

Soy la mujer que impreca. Que grita. Que solloza. Soy la humana que se siente sola. Soy la que seduce y explora la angustia y el placer desde la corporalidad abyecta.

Soy efímera, muchos me desean. Soy una sustancia, astucia de la naturaleza. Un cúmulo de sensaciones. De maldades e intenciones. Soy humana, aunque no lo crean, aunque me marginen por temor a que sus mujeres me contemplen y se vean.

Juego a que juego; persigo la inmortalidad. Soy humana, sufro la idea de la finitud, me posee la náusea.  Me enamoro desbordada. Padezco al mundo, me padezco, nos compadezco. La fragilidad me toca, en la piel y en la conciencia.

Estoy al borde de todo. Hurgo en la inminencia. Busco derrocharme. Soy humana. Mírenme, sigo bailando para ustedes. Es una fiesta, una ficción de pacto. Mis ojos son dos agujeros negros.

Humana, ahíta de incorrecciones. Actúo sin comprender el primer porqué. Lo controvierto todo. Decido devorar vicios. Huyo de las situaciones. Rechazo hacerme cargo del mundo. No puedo abrazarme a otras.

Estoy perdida. Soy humana extraviada en el ser. Gravito en el temblor del abismo. Soy un laberinto. Estoy perdida en los mundos dentro de los mundos. En las apariencias. Soy una creatura que tiembla ante los límites de las palabras, ante la precariedad de esta maquinaria es soy. Soy humana, mi cuerpo tiene fecha de vencimiento. 


Mar.

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