Diario de escritura
¿Cuándo fue la última vez que
dedicaron tiempo a la escritura creativa? ¿Cuánto tiempo tardaron en encontrar
ese tiempo para andar la literatura desde el acto escritural?
Hace más de tres semanas que planeaba esta página de diario, apenas hoy pude atrapar la concentración
necesaria para escribir. Tenía toda la información, pero no sabía exactamente qué y cómo quería decirlo, tampoco encontraba el momento preciso ¿A qué se deberá que se convierte en complicada tarea
encontrar tiempo, tiempo para escribir?
Observo mi vida, mi habitación
propia (porque de alguna manera soy privilegiada y cuento con una), y pienso
que como primer paso ya tengo solucionado ese común inconveniente (sí, incluso
en este México de 2020). Luego, considero que pospongo mi tiempo de escritura
por diversos motivos, distracciones: labores domésticas, obligaciones en los
trabajos remunerados, vida social, falta de autodisciplina, de determinación, de
soledad, de creatividad, de ganas. ¿Cómo conseguir eso que me falta? ¿Cómo
invocar al espíritu de las letras?
Me interrogo a mí misma sobre
este exhaustivo tema, y luego me invade la curiosidad por los motivos de las
demás. Me interesa hablar sobre nosotras, las mujeres y nuestro tiempo de
escritura. Quisiera explorar cuáles son esos porqués comunes, que nos llevan a
abandonar por momentos prolongados, algo que realmente disfrutamos, que nos
ayuda, nos da sentido, nos gusta; que en muchas ocasiones nació como una
inquietud desde la infancia o la adolescencia. Me pregunto, cuáles son las mayores
distracciones, qué es lo que más nos desalienta a ser constantes en la
escritura. Qué nos provoca un bloqueo en ese ejercicio creativo. Porqué a las mujeres nos atraviesa otra distribución del tiempo,
en esta u otras tareas creativas y creadoras. Quiero aprovechar este texto, para
dibujar algunas respuestas.
Además de mi punto de vista y experiencia
en el proceso creativo, les contaré sobre lo que quince mujeres, amablemente,
compartieron conmigo en una breve entrevista sobre los “bloqueos escriturales”.
Decidí no leer sus nombres, sino hasta terminar esta entrada de blog, y así
usar su información de manera más objetiva.
Iniciemos esta conversación:
La mayoría de nosotras se
inició en la escritura, como forma de contar sus mundos, de atestiguar la vida,
de expresar la potencia creativa, más o menos entre los 8 y 13 años; tres dijeron
que entre los 16 y los 18, y sólo una dijo que formalmente empezó a escribir a
los 24. Seis escriben mayormente poesía, cinco escriben cuento, dos dijeron novela;
sólo una escribe ensayo filosófico, otra ciencia ficción y terror, otra sobre
erotismo, otra escribe carta, y otra más dijo que también entrevista y noticia
por cuestiones de trabajo.
Las formas en las que cada
mujer llega a la escritura, deben ser muchísimas. Me provoca placer saber que
muchas iniciamos desde niñas. No recuerdo mi niñez antes de la escritura, del
contacto con el papel y la tinta. Fui una niña traviesa, a veces sumamente
berrinchuda, otras muy retraída. Mi infancia transcurrió entre trepar árboles,
jugar a las escondidas, al tambo robado, a las cuatro esquinas, a los hoyitos, a la escuelita y el circo, pero también en horas sobre la cama escribiendo historias, hablando sola, rayando
aquellos libros gigantes de contabilidad que mi papá y yo recogimos de los
contenedores de basura de Coca-cola.
¿Cómo empezaron a escribir
ustedes?
La primera poesía que escribí,
fue a los 11 años, era una tarea para la clase de español, y hablé sobre la
vida en el fondo del mar. En retrospectiva pienso que mi primera creación “formal”,
nació a partir del deseo que genera la prohibición. Me explico: vivíamos a unos
veinte minutos de la playa y el puerto, pero yo sólo lo había visitado algunas
veces, quizá tres, porque mi madre tenía fobia al mar, y temía que nos pasara
algo terrible si íbamos. Pude conocer el mar, gracias a que un tío nos “raptó”
para llevarnos al Maviri (así se llama la playa de Los Mochis), luego mi papá y
mamá nos llevaron a las orillas, a esos recovecos de agua salda que se juntan
entre los mangles antes de llegar a la mera playa; yo me la pasé recogiendo
caracoles y piedras, he sido una fetichista desde pequeña. Sí, así que el
primer texto completo, lo escribí sobre esa experiencia que seguro fue
trascendental, y que era más recuerdo y ausencia.[1]
¿Qué narraban sus primeras
historias?
La escritura y yo fuimos
inseparables, lo relataba todo a través de intentos de cuentos y poemas. La
única vez que interrumpí por mucho tiempo la escritura, digamos que, casi 3
años, fue después de la muerte de mi hermana (como ya lo he contado en otras páginas);
ahora retomo mi relación con la palabra, además con la idea de publicar algunas en estas páginas.
Entre las mujeres que
compartieron su experiencia como escritoras, el lapso de tiempo de interrupción
más corto, que una de ellas mencionó, fue de 6 meses. Ocho dijeron que dejaron de escribir entre 1 y 4 años. Tres dijeron que durante 5 años. Otra dijo 7, otra ocho, y otra dijo 10 años.
Cuando leí esta última cifra, me pareció
demasiado. Pero, recordé a tres o cuatro mujeres que he conocido en los
talleres que imparto, las escuché decir que escribieron durante toda su
infancia y adolescencia, que lo dejaron, y que luego olvidaron lo mucho que les
gustaba escribir, o lo importante que era para ellas la escritura.
Privarme de la escritura ha
sido algo doloroso, quizá porque apareció como síntoma de la etapa de duelo, y
todo dolía en exceso.
¿Cómo, por qué nos olvidamos
de algo que en muchos momentos nos provoca plenitud, alegría o catarsis? ¿Qué
nos provoca dejar de escribir? ¿Cómo nos sentimos con eso?
Éstas mujeres que escriben,
dijeron que en los momentos de “embrujo del lenguaje” (como diría Leticia Servín), se han sentido desconectadas, evasivas, culpables, mecánicas. En
varias de ellas predomina una sensación de estancamiento, de pausa. Se sienten
mutiladas, como si alguien hubiese arrancado la lengua, la vida de metáforas.
Sí, cuando las apasionadas de
las letras no escribimos, nos sentimos desesperadas, con una comezón que no
cesa. El silencio de las manos y la lengua, nos hace vivir deprimidas, encerradas. Con la imaginación entumecida.
Una de ellas dijo sentirse
incompleta, inútil, mediocre, cargada de cosas que deben salir.
Dijeron sentirse impotentes,
tristes.
Y, bueno, al menos un par se
siente también optimista. Dos de ellas dijeron estar expectantes, a la espera
de aprender e iniciar nuevamente un camino en la literatura. Sólo una agregó la
contra respuesta, dijo que cuando escribe se siente libre.
¿Cómo pueden alojarse esos
sentimientos negativos por tanto tiempo? ¿Cómo postergamos tanto algo que nos
libera?
¿Qué otras actividades les
hacen sentir libres?
La vida se nos atraviesa, se
interpone entre la escritura u otras actividades (re) creativas, y nosotras; el tiempo se
escurre. A veces parece que no hay más.
A la pregunta “¿Cuáles
son las mayores dificultades que te impiden escribir de manera constante?”, ellas respondieron:
diversidad de actividades relacionadas al hogar, a la escuela o el trabajo;
evasión emocional a raíz de una relación de maltrato psicológico, falta de
confianza en sí misma, miedo al juicio, falta de concentración, de inspiración.
Problemas de salud, económicos, emocionales, familiares. Falta de tiempo y
espacio a solas. La vida de adulta. El doctorado. Cuadros depresivos. Problemas
laborales. El cansancio absoluto al final del día. La adicción a las redes
sociales. Inseguridad sobre su identidad como escritoras. Estrés. Falta de
tiempo y motivación.
¿Qué directrices se pueden trazar en esas respuestas?
¿Cómo se organiza el tiempo y
las “tareas” en una sociedad regida por las disposiciones de género? Cómo
vivimos las mujeres el tiempo frente a la escritura, desde una división sexual
de la cultura y el trabajo.
En un país como México, con la
violencia feminicida escalando, con el acoso callejero y las agresiones sexuales a la orden del día -en lo público y lo privado-, pocas mujeres podemos vivir tranquilas y dedicadas al arte y la cultura. En un país como este, con la precariedad laboral y económica, aceptamos que pocas personas pueden realmente vivir de la
escritura; tenerla como oficio, vaya. Aunque claramente, si existen, son mayormente hombres los que tienen ese "lujo". Para
sobrevivir en todo sentido, las mujeres debemos cumplir con dos o tres jornadas
diarias. A qué hora vamos a escribir. Sé que habrá algunos que refuten, y mencionen a los tantos y tantos escritores que dejaron incluso grandes obras,
mientras tenían trabajos “normales”. Pues, principalmente a ellos quiero
compartirles unas cifras que encontré en el libro “Cansadas” de Nuria Varela,
que, aunque hablan de 2016 y de España, creo que en México los números no están
tan alejados.
Dice “En 2016, las mujeres
dedican 1 hora y 57 minutos diarios más al conjunto de actividades de hogar y
familia que los hombres. Esto ocurre en todos los tipos de hogares, pero
especialmente en el caso del hogar formado por pareja con hijos, en que la
dedicación diaria de una mujer casi duplica la dedicación del hombre (4 horas y
37 minutos la mujer, 2 horas 34 minutos el hombre). Pero quizás el dato más
significativo es el que muestra que las madres solas con algún hijo dedican
menos tiempo a estas tareas que las que están casadas, tanto si tienen hijos,
como si no los tienen” (Ediciones B, 2017). Estos datos fueron obtenidos del Instituto Nacional de
Estadística (INE).
Partiendo de la información
anterior, resulta que incluso para la “mujer de hoy” el tiempo que dedicamos al
hogar muchas veces es casi el doble que el que dedican los hombres, agregando a
esto la (o las) jornada laboral, el tiempo de desplazamiento, las tareas de cuidados; y, por si fuera poco, si se vive en pareja el tiempo que
se invierte, digamos, en sostener esa idea preconcebida sobre lo que es un hogar
y el mantenimiento de este, es mucho más que el de cualquier hombre promedio. Así que, de esta forma podemos
vislumbrar un panorama sobre la distribución del tiempo en una sociedad como la
nuestra. O escribes, o te enamoras (sonrío).
Entonces, el tiempo que
dediquemos a ciertas actividades como la escritura creativa, también será un
termómetro sobre nuestra lucha diaria, nuestra praxis concientizada, contra los
mandatos de género.
Cuántas parecemos malabaristas
jugando con el tiempo: el trabajo, la familia, el activismo, la pareja, la
creatividad, el ser emprendedora, el amor, la maternidad, la academia, los
títulos, la existencia, los duelos, la depresión, las crisis mundiales, etc. Y
la cuerda floja en la que nos tambaleamos es la autoestima y la confianza en
nosotras mismas (forjadas claramente por esta estructura en la que crecimos,
por esos preceptos que ya conocemos: sexistas).
¿Y si este año bisiesto –el del
día extra- lo aprovechamos para replantear nuestro estar en este sistema
patriarcal, apostando por la subversión y el placer escritural? Dándonos tiempo.
Adueñándonos del tiempo, de nuestro tiempo.
¿Podemos acomodar los asuntos,
y priorizarnos a nosotras mismas?
¿Estamos dispuestas a entrar
en la búsqueda y excitación del ímpetu escritural?
Muchas de las escritoras que
compartieron parte de su relación con la escritura y el bloqueo creativo,
dijeron que han sido más prolíficas cuando: experimentan emociones fuertes
(negativas y positivas), otras cuando están relajadas. Después de viajar. Cuando asisten a talleres
literarios, cuando conviven con personas que leen y escriben. Cuando no tienen
que preocuparse por pagar deudas. Cuando mantienen correspondencia de amistad;
cuando encuentras cómplices. Cuando están en rehabilitación. Cuando tienen
tiempo para ellas. Cuando encuentran espacios que asumen como propios. Cuando
se emocionan por alguna convocatoria. Cuando están de vacaciones. Después de un
divorcio. Después del nacimiento de sus hijos o hijas. En la juventud. Cuando
se sienten jóvenes.
Ustedes, queridas lectoras, ¿cuándo
escriben espontánea e impulsivamente? ¿Cuándo han sido más prolíficas?
Lo que puedo recomendar, aun
sin que me lo hayan pedido, es que se junten con otras mujeres con las que
compartan la pasión por la literatura, por la lectura y escritura. Busquen círculos
literarios de los cuales formar parte, o creen los propios e inviten a sus
amistades.
Cuando las mujeres dedicamos
parte de nuestro tiempo a la lectura y la escritura, principalmente a esta
última, y además nos animamos a compartir o publicar, estamos revolucionando el
mundo, al menos el propio. Estamos apropiándonos de una identidad que nos fue
negada históricamente, la de ser escritora.
Sí, cuando escribimos estamos
alzando la voz, por nosotras y las ancestras. Compartimos nuestra visión de
mundo, sublimamos las historias del día a día. Cuando escribimos, cuando nos reescribimos,
estamos ejerciendo un acto político, de rebeldía y resistencia.
Cuando escribimos, nos amamos
y, a veces, también sanamos.
¡Agradezco infinitamente a las mujeres que colaboraron para que esta página de diario resultara! ¡Gracias por compartir sobre sus vidas y sus procesos creativos!
P.D. Si alguna de mis preguntas te invitó a responder por escrito, agradecería muchísimo que lo compartieras conmigo y las otras personas que siguen este blog. Puedes dejarme un mensaje para entrar en contacto.
Abrazos cariñosos.
Ilustración: Sally Nixon
[1] Este primer poema tiene otra historia relevante: cuando la
profesora revisó mi tarea, me mandó llamar con un tono de molestia, lo
primero que me dijo fue que la tarea era inventar un texto, no copiarlo de
algún libro. Nunca olvidaré el regocijo que sentí por dentro, en mi silencio
de niña. Aquello era una señal de que mi "poesía" era buena, hasta rimaba.
Recuerdo que le insistí en que yo lo había escrito sola, sin ayuda. Ella se enfureció más y me dijo claramente: De mil personas, sólo una
tiene el don de escribir y, en este salón, esa soy yo. Ahí supe que escribir era un don, y que yo lo
tenía; supe que la escritura era algo valioso, y que yo escribía.
Mar.
Hola Mar, tu texto me dejó reflexionando. No tengo tanta experiencia escribiendo pero sí leyendo, es algo que hacía de manera constante pero que dejaba a ratos principalmente por la escuela, en la universidad leíamos muchos artículos y libros que a veces me dejaban exhausta en términos de lectura. Estoy "agarrándole" el gusto a la escritura gracias a los talleres que tomé contigo. Me parece que yo tenía una idea como la de tu maestra, que la escritura estaba reservada para unos cuantos. Fue muy cansado escribir la tesis de licenciatura y la tesina en la maestría ¿Eso cuenta cómo escribir? jeje, en esa época fue la auto-disciplina la que me ayudó a terminar. Coincido con tu recomendación de los talleres y círculos de lectura. A mí me dieron más seguridad y poder compartir con las demás me motivó a querer escribir más y leer a más mujeres. ¿Nos compartirás tu primer poema o ya está en algún espacio de tu blog?
ResponderEliminarSaludos, Rosela
¡Gracias por pasar a leer este Diario de escritura, querida Rosela!
EliminarMe encanta que estés "agarrándole" el gusto a la escritura creativa.
Respecto a ese primer poema, no tengo mayor rastro que el que habita en mi memoria, pero sería lindo un ejercicio de imaginación para reestructurar.
Te mando un abrazo.
Espero seguir leyéndote.
Hola Marisabel, me gustó leer tu diario y me dije, ¡como me gustaría saber expresar con esa soltura, ecuanimidad escritorial, todas mis vivencias, lo que creo, lo que pienso y lo que siento. A veces de niña intente escribir algo, pero de repente lo dejé, en momento de tristeza o de añoranza escribo algo que se me ocurre, pero nada más; cuando tuve a mis hijos ocasionalmente les escribí algo de lo que significan para mi, pero cuando me separe hace 7 años me sentía mal, triste, enojada, culpable y lo que le sigue y una amiga psicóloga me sugirió que escribiera todo lo que me pasaba y que lo que me dolía después de escribirlo destruyera la hoja y que así paulatinamente iba a sanar mis heridas internas y así comencé a escribir de nuevo y alguna vez lo publique y entonces no faltó quien me dijera que los sentimientos son propios y no para andar divulgandolos, no para andar dando a conocer los problemas que nos aquejan, aún así a veces escribo, pero hay algo que me pasa seguido, voy en el transporte o me estoy bañando y me llegan ideas, pero cuando llego al cuaderno, se me ha olvidado la idea. En lo personal me cuesta mucho hablar o escribir de mi como mujer, me da miedo escribirlo y que alguien lea lo que yo escriba, entonces opte mejor por escribir o comentar algún libro que leí, describir alguna ida a algún museo, comentar lo que me pareció algún concierto, describir lugares de interés, etc y lo hago porque creo que es la forma de que la gente sepa de lugares que a veces ni idea tenemos de que existan y aún así, resibi críticas porque dicen que es solo presumir que salgo a algún lado, que si no tengo que hacer en casa o que abandono a mis hijos por andar de "chismosa" total que, me gustaría aprender a escribir a expresar de la mejor manera quien es Mara, que soy yo.
ResponderEliminarHola, Soreletta. Muchas gracias por visitar mi blog y darte el tiempo para dialogar con mis letras. Gracias por tus halagos hacia mis sentipensares escriturales.
EliminarRespecto a lo que dices sobre la escritura como prescripción psicológica, estoy totalmente de acuerdo en que el acto de escribir es terapéutico, y te aseguro que lo es mucho más si lo compartes con otras mujeres, lo he visto este último par de años.
La escritura nos ayuda a sublimar aquello que nos "aqueja", que nos trastoca; y podemos o no, mostrarla. Publicar o compartir, es una decisión personal.
Deseo que este año pierdas el miedo a escribir, sobre ti, tu visión de mundo, o lo que gustes.
Abrazos
Hola Mar, un gusto leerte, me identifico mucho con tus entrevistadas, yo he escrito por épocas en mi vida, creo que hasta hoy comienzo a retomar esta forma de expresión, que efectivamente, transforma y aterriza emociones. Sí como muchas, es el tiempo, la confianza y seguridad en nuestra escritura, un reconocimiento a una misma, tengo mucho que trabajar en ello, me es necesario darme tiempo, administrar mi tiempo...Saludos, un gran abrazo y Feliz año.
ResponderEliminarHola, querida Remedios.
Eliminar¡Feliz año!
Gracias por darte tiempo para leer estas "páginas de diario". Deseo que este año escribas muchas historias :)
Mi tema constante el año pasado estuvo centrado en el tiempo, en lo mucho o poco que leí o escribí. Es reconfortante no sentirse solitario referente a dudar o no "encontrar los momentos" o sentirse incapaz de hacerlo.
ResponderEliminarEl año pasado en una platica le preguntaba a Cristina Rivera Garza sobre ¿cómo escribir cuando parece que la vida/terceros están siempre de por medio? y me contestó "Defiende tus horas, defiéndelas contra quien sea siempre". La verdad es que es una especie de guerra, evoco a Pizarnik lamentandose por no leer lo suficiente, ni escribir, ni ser...
Creo que nos han arrebatado tanto que no conseguimos sentirnos seres humanos, tanto cuestionarnos nos arrebata las posibilidades de dedicarnos a lo que necesitamos/deseamos. En mi caso, creo que he crecido acostumbrada a renunciar y vivo en un esfuerzo constante de defenderme, de defender mis horas y mi trabajo <3
Te mando un abrazo enorme, Mar <3
Sí, la distribución del tiempo en una sociedad patriarcal, con tradiciones, costumbres y hábitos tan sexistas, nos coloca a las mujeres en una situación complicada, más cuando se trata de dedicarnos a una actividad creativa-creadora; porque se cierta forma se nos enseña, orilla u obliga a renunciar, a posponer, a desconfiar de lo que nos nutre y define como humanas, desde una identidad propia que apenas se reconstruye.
EliminarPor eso es importante resistir, buscar espacios y formas de amarnos, sanarnos y autocuidarnos. Creo que una gran forma de hacerlo es la escritura, desde la literatura acompañada.
Abrazo
Me quedé con la duda de tu nombre :P