Rodeadas por el violáceo
ponto de la vida hay mujeres que nacemos isla; acogedoras y peligrosas,
atravesadas por grutas que resguardan fuego, milenarios y húmedos silencios.
Ambiguas. A punto de hundirnos o resurgir hemos transcurrido el tiempo.
Descubriéndonos a solas, vivimos, hurgando en lo que nos conecta con el centro.
Todas las mujeres isla
llevamos una caverna dentro, la contenemos; somos luz y sombra, somos espejo.
Basta con reconocernos, interrogarnos, para saber si somos el hombre que se
libera o las garras que le devoran a su regreso.
La condición de la isla
es saberse sola, quimérica, ingobernable; es vencer cada noche al yo
implacable, recorrer nuestros límites y posibilidades. Percibir el aroma del
tesoro que resguardas, saber que se oculta en todas y ninguna parte.
Escuchar a solas el eco de las gotas infinitas de tu savia, impele a arder por dentro, nos lleva a convertimos en mujeres volcánicas cantando cenizas al viento.
Escuchar a solas el eco de las gotas infinitas de tu savia, impele a arder por dentro, nos lleva a convertimos en mujeres volcánicas cantando cenizas al viento.
Gritamos ser mujeres isla, soledades adyacentes que no se tocan, ni se
escuchan; ni se besan, ni se hablan; aunque sabemos que de alguna forma somos
una, estamos entrelazadas.
Mar.
Me cautivó toda la composición, pero el knockout fue c o n t u n d e n t e. Vamos "archipielagándonos" (deviniendo archipiélago) pronto. Besos y abrazos.
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